Gestión de energía para una mejor productividad

Productividad personal
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Artyom Dovgopol

Muchos creen que una buena gestión del tiempo puede, por sí sola, aumentar la energía y simplificar la vida diaria. Aunque es útil, la verdadera gestión de la energía va más allá. Las herramientas para controlar el tiempo no pueden revertir la energía que se pierde por el estrés o los malos hábitos alimenticios. Exploremos qué significa realmente gestionar la energía y cómo puede mejorar tu rutina diaria.

Puntos clave

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Gestiona la energía, no el tiempo — la energía se renueva, el tiempo no

Cuida los cuatro tipos de energía —  física, emocional,  mental y espiritual

Implementa rituales de recuperación regulares y trabaja en armonía con tus ciclos de energía

Por qué la energía importa más que el tiempo

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Bueno, no es exactamente que sea “más importante” — ambas son dos caras de una misma y resbaladiza moneda. La gestión del tiempo se trata de cuándo haces las cosas, mientras que la gestión de la energía se enfoca más en cómo las haces. Así que sí, se puede decir que no pueden funcionar la una sin la otra.

Lo que debes entender, sin embargo, es que la cultura de productividad actual se enfoca casi exclusivamente en la gestión del tiempo. Piensa en toda esa gente mostrando sus “rutinas de las 5 a. m.” en redes sociales — ¿son realmente realistas y alcanzables? No. ¿Tu día caótico se arreglará mágicamente si empiezas a las 5 a. m. y te untas cáscaras de plátano en la cara? Créelo o no — tampoco.

Así que cuando empieces a planear tu horario y a dibujar esas lindas tablas con colores, recuerda tener en cuenta tus niveles de energía. Son importantes por muchas razones:

  • Cuánto te puedes concentrar
  • Qué tan rápido tomas decisiones
  • Cómo respondes al estrés
  • Qué tan bien funciona tu cerebro durante el día

Piénsalo: te sientas frente a una pantalla por una hora, intentando resolver un problema, pero tu cerebro simplemente “no funciona”. Luego das un paseo o descansas un poco, vuelves y lo resuelves en 15 minutos. No se trata del tiempo — se trata de la calidad de tu energía en ese momento.

Los 4 tipos clave de energía que debes gestionar

La gestión de la energía tiene su complejidad — no es solo una barra de progreso con puntos de vida que tienes que llenar cada tanto. Hay 4 dimensiones diferentes:

1. Energía física: La base de tu productividad

Empecemos por lo básico. Tu cuerpo no es solo un vehículo para tu cerebro (aunque suene gracioso) — es un sistema biológico complejo que afecta directamente todos los aspectos de tu trabajo. Esto es lo que te ayuda a mantener la energía física en un nivel óptimo:

  • Nutrición consciente. Olvídate de los snacks apurados y las comidas al azar. Incluye proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables en tu dieta. Un truco simple — ten a mano nueces o fruta en lugar de galletas o dulces. Un refresco dietético o unas papas no arruinarán tu dieta si los consumes con moderación, así que no todo es tan grave.
  • Movimiento como medicina. Incluso 10 minutos de actividad física pueden darte energía por horas. Y créenos, “actividad física” es un concepto muy amplio. Caminar al parque, jugar con tu perro o simplemente estar de pie 15 minutos y mover los brazos suavemente puede marcar la diferencia.
  • Gestión del ciclo de sueño. Dormir bien no es un lujo — es una necesidad. Crea un ritual para dormir: apaga las notificaciones, lee un libro o toma un baño tibio. Tu objetivo son 7–8 horas de sueño ininterrumpido.

2. Energía emocional: Gestionar tu estado interior

Nuestras emociones pueden impulsarnos o agotarnos. Las emociones negativas nos restan fuerza, mientras que las positivas nos llenan de energía.

  • Práctica de gratitud. Comienza el día anotando tres cosas por las que te sientas agradecido. Esto reprograma tu cerebro hacia una perspectiva más positiva.
  • Gestión del estrés. Aprende a distinguir entre el estrés productivo, que motiva, y el estrés destructivo, que agota. Utiliza técnicas de atención plena y ejercicios de respiración para reducir los niveles de cortisol.
  • Conexiones sociales. Como personas tecnológicas, a menudo olvidamos la importancia de comunicarnos. Relaciónate de forma regular con quienes te apoyan e inspiran. Incluso una breve charla con alguien cercano puede aumentar tu energía emocional.

3. Energía mental: Optimizar el funcionamiento cognitivo

Tu cerebro no es una computadora que puede funcionar 24/7. Necesita periodos de trabajo intenso y recuperación.

  • Trabajo profundo. Reserva bloques de tiempo enfocado (de 60 a 90 minutos) sin distracciones. Apaga las notificaciones, cierra pestañas innecesarias y usa la técnica Pomodoro.
  • Pausas estratégicas. El cerebro trabaja en ciclos de 90–120 minutos y necesita descansar después. Tómate descansos breves para caminar, meditar o simplemente cambiar de actividad.
  • Dieta informativa. Limita tu consumo de noticias y redes sociales. La sobrecarga de información agota la energía mental incluso más rápido que las tareas complejas.

4. Energía espiritual: Conexión con algo más grande

La energía espiritual tiene que ver con sentir que tu trabajo tiene un propósito y sentido. Cuando ves un propósito, la energía fluye de forma natural.

  • Define tu “por qué”. ¿Cuál es el propósito superior de tu negocio o trabajo? ¿Cómo estás contribuyendo al mundo? Mantén estas respuestas a la vista.
  • Alineación con tus valores. Asegúrate de que tus acciones diarias estén en sintonía con tus valores fundamentales. La falta de coherencia agota la energía espiritual.
  • Práctica de mindfulness. Incorpora momentos de silencio y reflexión en tu día. Puede ser meditación, un paseo por la naturaleza o simplemente contemplación tranquila.

Consejos prácticos para gestionar tus niveles de energía

Todo ese rollo espiritual y mental solo te servirá hasta cierto punto. ¿Quieres resultados duraderos? ¡Practica!

  • Auditoría energética. Controla tus niveles de energía a lo largo de la semana. Califica cómo te sientes de 1 a 10 cada 2–3 horas. Esto te ayudará a identificar patrones y entender qué te da energía y qué te la quita.
  • Rituales de renovación. Introduce micro-rituales de recuperación durante el día: ritual matutino (10–15 minutos de meditación, planificación o ejercicio físico), ritual de mediodía (una caminata corta después del almuerzo), ritual nocturno (reflexionar sobre el día y prepararte para el siguiente)
  • Trabajar según tus ciclos de energía. Identifica tus picos de energía personales y programa tus tareas más importantes en esos momentos. Por ejemplo, si eres una persona mañanera, haz el trabajo estratégico temprano y deja las tareas rutinarias para la tarde.

Cómo la gestión de la energía impacta en tu trabajo

Y luego, con el tiempo, empezarás a notar cosas maravillosas en tu mente y cuerpo. Todos esos gurús de TikTok con sus duchas frías y sus carísimos cursos de productividad te parecerán unos payasos, y comenzará una nueva etapa en tu vida. Bueno, quizá sea un poco exagerado, pero la idea es — los beneficios son muchos:

  • Empiezas a hacer menos, pero con más efectividad
  • La sensación constante de fatiga desaparece
  • Surge espacio para la creatividad y el pensamiento estratégico
  • Te vuelves más resistente al estrés y al agotamiento

Y lo más importante: el trabajo deja de sentirse como una lucha y se convierte en un proceso de crecimiento.

Dato interesante Icono con ojos

Un estudio publicado en Harvard Business Review mostró que capacitar a los empleados para gestionar su energía —incluyendo actividad física, descansos regulares y mindfulness— lleva a un aumento sostenible de la productividad y una reducción del agotamiento.

Artículos relacionados:

Para mantener el impulso en proyectos a largo plazo, consulta Cómo mantenerse motivado durante proyectos largos.

Aprende cómo reducir el tiempo de ejecución de tareas en un 35% en el artículo Identificación de cuellos de botella en los flujos de trabajo.

Para prevenir el burnout, lee Cómo la reflexión ayuda a tu carrera.

Conclusión

En una era de ruido digital y ajetreo constante, quienes saben recuperarse y gestionarse a sí mismos son los que ganan a largo plazo.

La gestión de la energía no es señal de debilidad — es reflejo de conciencia y resiliencia. No eres una máquina. Eres un ser humano. Eso significa que tu energía no es infinita. Introduce estas prácticas poco a poco, mide los resultados y adáptalas a tus necesidades.

Y recuerda: el activo más valioso en tu negocio eres tú.

Invierte en tu energía, y los resultados llegarán.

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